Revista: Paula 2006 Diario: EL PAÍS Domingo 05/03/1995
Elina y sus tablas
A Elina Damiani se la suele ver buscando viejas tablas. Las ha encontrado en la orilla del mar y también en remates (hace poco compró un lote en una subasta de AFE). Es que las tablas le son imprescindibles pues sobre ellas pinta, con acrílico, a veces utilizando las vetas y los nudos de la madera para lograr efectos, como sus nubes o soles.
En «El Rescate», un local en la zona de «El Tesoro» en la ruta hacia Manantiales (Maldonado) tiene su estudio. Allí expone algunas de sus obras como la serie de gatos o la de grandes barcos, donde es posible admirar otras creaciones, sus fascinantes pájaros y también camas y otros muebles pintados a mano.
«Empecé sola hace ya como diez años en Montevideo y en La Barra. No tuve ningún profesor», dice riendo. Y tampoco cree haber sido sometida a ninguna influencia de
su tío, Jorge Damiani, aunque luego titubea y dice: «Oh sí, una influencia en la estética».
Yo sabía lo que me había enseñado la profesora de liceo. Nada más. Utilizando óleos empecé algo que era bastante naif.
El trabajo y la comercialización de sus obras no le han dejado tiempo para realizar muestras:
No tengo nada viejo para exponer porque vendo todo. Incluso me quería quedar con una de esas tablitas de ferrocarril, pero ya no me quedan.
Acto seguido entran al lugar dos turistas alemanes que, sin dudar, le compran un par de barcos. Por encima del hombro y ya sobre la despedida, Elina Damiani aclara: «No siempre vendo tan fácilmente. Los turistas en general regatean, como todo el mundo».